domingo, 2 de octubre de 2016

El SÍ de la vida.

Esta nota la escribo dedicada a todas las personas que hoy votarán NO de una u otra manera, porque marcar SÍ en el tarjetón no necesariamente es decirle sí a la paz.
Quiero contarles algo que me ha pasado el último mes.

En los últimos 30 días he recibido incontables no. Uno más fuerte e intransigente que el anterior. Uno más enfático, rayando con lo brusco, que el anterior. He perdido la cuenta ya de cuántos "no" he leído y escuchado ante propuestas de conversar, de re-evaluar, de pensar en nuestra historia y estudiar lo bueno y lo regular, de encontrarnos, mirarnos a los ojos y reconocernos, de escucharnos con serenidad, con el corazón abierto y el alma dispuesta; de cogernos las manos, de tratar de comprender al otro, de respetar sus sentimientos, de amar, de volver a amar, de trabajar, de no rendirnos, de soñar, de buscar caminos con creatividad y paciencia, de hacer un nuevo intento, de construir un mundo nuevo, de creer en el otro y en nosotros mismos, de ver la bondad del otro, la fe, el cariño, la generosidad, el esfuerzo, la intención de ser mejor, en fin... No tras no ante propuestas que hoy me parecen más sensatas y más claras que nunca y que me han mostrado todo lo que soy, lo que puedo ser y todo lo que creo.

Por todo esto he pensado finalmente que la vida merece un sí. Un sí rotundo. Un sí después de tanto esfuerzo y dolor; un sí que sea como un bálsamo después de tantas caídas. Que todos merecemos un sí especialmente en momentos difíciles. Un sí de parte del otro, de la vida y, sobretodo, de nosotros mismos. Que todos y cada uno merecemos no solo una, sino miles de oportunidades para pensarnos, reivindicarnos, demostrarle al otro y a nosotros mismos que podemos ser mejores, más conscientes, más amorosos, más intensos, más apasionados, más constantes, más positivos, más buena onda, más arriesgados, más felices.

Todos merecemos, hoy especialmente, dar y recibir un sí. Y votar sí no necesariamente es creer y trabajar por la paz porque ésta, como ya saben, no es un tema que le compete solo al Estado, al Ejército, a las empresas privadas, a las universidades, a las ONG, a los líderes políticos y empresariales, a la prensa o las FARC. La paz es una responsabilidad de todos que inicia en el corazón, aunque suene cliché, y que va hasta la acción diaria: pequeños gestos y grandes intenciones. Si hoy decimos "sí", no es un sí para Santos, para las FARC o para un Estado "castrochavista". Es un sí para nosotros, para darnos la oportunidad, una más (¿qué importa cuántas veces ya lo hayamos hecho? ¿De qué sirve contar cuántos intentos llevamos?), de amar, de perdonar, de sanar, de olvidar, de reconstruir, de convivir mejor, de escuchar, de hablar, de acercarnos, de confiar, de tener fe, de ver la foto completa. Hoy deberíamos decirnos que sí para ser mejores, para sonreír cada día, para amar más fuerte, para dedicarnos más a lo importante, para ver lo esencial, para no desechar nuestros sueños y nuestro esfuerzo por alcanzarlos, para guardar y proteger lo que nos hace mejores y lo que nos ha traído hasta aquí: la esperanza, el amor, la convicción y la fuerza interior.

Cada "no" de estos 30 días ha sido como una flecha al corazón, se los digo. Y así son los "no" siempre, incluso los de hoy impresos en un papel. Así son también los NO disfrazados de SÍ o los sí que no se dan de manera consciente. Todos los no se convierten en flechas al corazón de cada uno que va desangrando, literalmente, a Colombia. Y aunque puede leerse algo obvio el símil, todas esas negaciones son las que en efecto van dejando sin fuerza, sin esperanza, llena de inseguridades, de tristeza y en unos días de rencor a cada colombiano.No piensen por favor que creo en sí llenos de certezas, de seguridad, sí ilusos que creen que mañana amaneceremos respirando paz y "borrón y cuenta nueva". Creo en los sí que dudan, que tienen algo de miedo, sí un poco inseguros porque esos sí son los más humanos. Los sí que nos damos sabiendo que no es fácil, que hay que esforzarse, que hay que amar aún más fuerte, que hay que abrir los ojos y el corazón para ver, que hay aprender a ser pacientes, a respirar profundo, a ser compasivos, a escuchar mejor, a ser más humildes y menos egoístas. Creo en lo sí que uno da movido esencialmente por la humanidad y, honestamente, desprecio los no que se dan llenos de "claridad", convicción y que no son capaces de moverse un milímetro de su puesto ante la duda. No puedo valorar ni aceptar un no que me asegure ser sincero porque indica que se desconoce una historia, múltiples esfuerzos, convicciones, palabras y reflexiones.

A todos los que decidieron votar hoy: los invito a regalarse un sí. Más allá de que el acuerdo de La Habana sea imperfecto que ya todos sabemos que lo es o que sea económica viable que ya todos dudamos que lo sea... Este es el sí de la vida. Un sí lleno de amor, de esperanza, de luz. Dense el sí del perdón, del respeto, del cuidado, del futuro. Un sí valiente y generoso. ¡Crean en segundas oportunidades! O si lo prefieren, crean en segundos capítulos que pueden ser sorprendentes.Sepan que el sí es únicamente para ustedes porque cada uno es víctima de esta historia de dolor, desesperación y cansancio. No hay víctimas ni victimarios. Somos todos teniendo el mismo sufrimiento con la misma intensidad. Sepan también que el sí trae letra menuda: hay que amar a sus parejas, cuidarlas; amar a su familia, respetarla; amar a los amigos, agradecerles; amar a los animales, protegerlos; amar su casa, admirarla; amar su lugar en el mundo, trabajar por conservarlo; amar cada noche y cada mañana; amar el amor que se nos ofrece; amar al vecino y al portero, saludarlos y desearles buen día; amarse a uno mismo, confiar; amar a las personas que han pasado por nuestra vida, saberlas apreciar desde el presente; amar las situaciones difíciles porque nos hacen fuertes; amar las enseñanzas, recibirlas con los brazos abiertos; amar las inseguridades y las debilidades del otro, aprender la compasión; amar la tristeza porque es necesaria; amar la alegría que es efímera; amar vivir, amar soñar, amar, amar y amar. Esa es la paz que tanto soñamos: una paz que se compone de amor pero el amor, ya lo sabemos, no es fácil siempre. Es exigente, tiene sus precipicios y sus manantiales, tiene sus encuentros y desencuentros, tiene sus desencantos y sus alivios, tiene sus claridades y sus oscuridades. Pero al final es amor lo que más nos llena y lo que más buscamos y realmente es imposible de alcanzarlo mientras día a día sigamos cerrando puertas diciendo "no".

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